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DON ROBERTO VIVEROS RODRÍGUEZ, DISTINGUIDO VERACRUZANO QUE YA ESTÁ EN LOS ANALES HISTÓRICOS  DE LOS GRANDES EMPRESARIOS

   

DON ROBERTO VIVEROS RODRÍGUEZ, DISTINGUIDO VERACRUZANO QUE YA ESTÁ EN LOS ANALES HISTÓRICOS  DE LOS GRANDES EMPRESARIOS

 

 

La ciudad de Veracruz ya lo registró como uno de sus hombres más distinguidos en los últimos años, creador de un restaurante que ha trascendido el prestigio y que se ha mantenido en el exigente gusto de los veracruzanos y foráneos que llegan a esta histórica ciudad.

Se trata de Don Roberto Viveros Rodríguez, originario de este puerto y que por los años ochenta empezó a visualizar  la creación de un restaurante con venta de antojitos, inicialmente en la avenida Colón y la calle de Diego de Ordaz.

Roberto Viveros, su hijo, nos comparte sus pensamientos en torno a su progenitor, al que califica de una extraordinaria persona, de actitud tranquila y, al mismo tiempo, visionaria.

Fue un hombre que con su trabajo y persistencia logró construir un legado que se ha consolidado y es fuente de empleo para un gran número de personas. En esta aventura, desde luego, destaca de manera muy importante a su esposa, la Sra. Marina Rosas Canseco de Viveros, a quien califica como un pilar de sacrificio y de constancia.

Ellos se complementaron y con su trabajo de gran dedicación lograron establecer los cimientos para un gran sueño que se traduce en tres restaurantes, ampliamente visitados por los veracruzanos.

Sin embargo, cabe advertir que el nombre de Farolitos tiene una inspiración divina y surge como consecuencia de la amistad que en los años 60 cultivó don Roberto con el músico poeta Agustín Lara. Don Roberto era taxista y le hacía servicios hacia el Aeropuerto y en la Casita Blanca, ubicada en el boulevard Manuel Ávila Camacho.

Desde entonces fue una especie de Ángel de la Guarda. Y el nombre de Farolitos, según comentó su hijo Roberto, fue a sugerencia de Manuel Medel, amigo de Agustín y quien venía con frecuencia al puerto. En ese sentido, mostró un póster donde aparece Medel junto con otras artistas como Katy Jurado y en una actuación especial Hilda Krueger, la espía alemana de la segunda Guerra Mundial.  

“A mi padre le gustaba la madera, el fierro forjado, la piedra de cantera, elementos que son referentes principales en los restaurantes, así como los paisajes naturales. Fue un hombre con desapego de lo material, aunque siempre buscaba el bien de la familia. Era justo y procuraba dar un poco más hacia las personas”, dijo Roberto.

Ahora, hay una sorpresa y se espera que en este mismo año surja un nuevo Farolitos que seguirá cultivando la misma tradición de servicio y atención al gran número de clientes que fielmente siguen este proyecto.