La sexta edición de Pueblos Mágicos en el WTC de Boca de Río, evidenció la enorme riqueza cultural y económica del país. Asistieron 177 pueblos que mostraron todas sus potencialidades, costumbres y creencias, en medio de gran algarabía y entusiasmo de las personas visitantes y que seguramente fueron miles.
Desde la entrada, se instalaron los artesanos de los pueblos totonacos, de San Andrés Tuxtla y de las altas montañas, cuyas creaciones textiles, de cuero y de madera cautivaron a los presentes.
En los salones del WTC estuvo la mayor parte de los stands de los pueblos mágicos y se asignaron de acuerdo a cada entidad. De Zacatecas, presente Villanueva y Jerez.
De este primer pueblo es famoso por sus tortas, a partir de la elaboración de un exquisito bolillo y cuna del famoso exponente del folclore mexicano Antonio Aguilar.
De Puebla, acudieron varios pueblos en los que se mostró su arte y la conjugación de lo religioso, las comunidades indígenas y la cultura española con su influencia en los usos y costumbres.
Se presentaron parejas de bailarines regionales y también el ballet Folklórico de Orizaba que fueron de la delicia de los visitantes.
“Es una experiencia extraordinaria de percatarse de la gran riqueza que tenemos los mexicanos”, dijo Lourdes García, de Orizaba.
No podía faltar la expresión gastronómica y para ello se destinó una zona para ofrecer los platillos de las más diversas regiones. Trascendió que las empanadas de peje lagarto y la pizza con carnes al pastor, de Orizaba, fue de los más demandado.
Y el café procedente de Coatepec y de varias regiones también fue muy solicitado. Aguas naturales, ates, bebidas de cacao, pan de Xico, queso, formaron parte también de las delicias de los pueblos.
Los caminos de mesa y las servilletas fue un éxito aportado por el pueblo de Cotija, Michoacán. Las sillas de montar y objetos en madera fue también otro capítulo de gran relieve, así como las diversas prendas de lino y vestidos confeccionados a mano, con muchas horas de trabajo.
No faltaron los deliciosos sabores de rompope, el vino verde y de finas hierbas, así como dulces de la región de Coatepec, Xico y Teocelo. Sin faltar, la elaboración de zapatos y de bolsas de la región de Naolinco, Veracruz, comentó Blanca Aragón.
En realidad, faltó tiempo para conocer todos los stands, pero sobre todo su historia, sus sabores y tradiciones.
La sexta edición de Pueblos Mágicos en el WTC de Boca de Río, evidenció la enorme riqueza cultural y económica del país. Asistieron 177 pueblos que mostraron todas sus potencialidades, costumbres y creencias, en medio de gran algarabía y entusiasmo de las personas visitantes y que seguramente fueron miles.
Desde la entrada, se instalaron los artesanos de los pueblos totonacos, de San Andrés Tuxtla y de las altas montañas, cuyas creaciones textiles, de cuero y de madera cautivaron a los presentes.
En los salones del WTC estuvo la mayor parte de los stands de los pueblos mágicos y se asignaron de acuerdo a cada entidad. De Zacatecas, presente Villanueva y Jerez.
De este primer pueblo es famoso por sus tortas, a partir de la elaboración de un exquisito bolillo y cuna del famoso exponente del folclore mexicano Antonio Aguilar.
De Puebla, acudieron varios pueblos en los que se mostró su arte y la conjugación de lo religioso, las comunidades indígenas y la cultura española con su influencia en los usos y costumbres.
Se presentaron parejas de bailarines regionales y también el ballet Folklórico de Orizaba que fueron de la delicia de los visitantes.
“Es una experiencia extraordinaria de percatarse de la gran riqueza que tenemos los mexicanos”, dijo Lourdes García, de Orizaba.
No podía faltar la expresión gastronómica y para ello se destinó una zona para ofrecer los platillos de las más diversas regiones. Trascendió que las empanadas de peje lagarto y la pizza con carnes al pastor, de Orizaba, fue de los más demandado.
Y el café procedente de Coatepec y de varias regiones también fue muy solicitado. Aguas naturales, ates, bebidas de cacao, pan de Xico, queso, formaron parte también de las delicias de los pueblos.
Los caminos de mesa y las servilletas fue un éxito aportado por el pueblo de Cotija, Michoacán. Las sillas de montar y objetos en madera fue también otro capítulo de gran relieve, así como las diversas prendas de lino y vestidos confeccionados a mano, con muchas horas de trabajo.
No faltaron los deliciosos sabores de rompope, el vino verde y de finas hierbas, así como dulces de la región de Coatepec, Xico y Teocelo. Sin faltar, la elaboración de zapatos y de bolsas de la región de Naolinco, Veracruz, comentó Blanca Aragón.
En realidad, faltó tiempo para conocer todos los stands, pero sobre todo su historia, sus sabores y tradiciones.

