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bieindustrial julio 13, 2024

Juan Carlos Gómez habla con pasión de la vida. A todo ello, encierra un pensamiento toral: la honradez, el trabajo y la lealtad que le heredó su padre Pedro Gómez. A su fallecimiento, a sus 56 años, en la década de los 70, todo parecía derrumbarse y de ahí adoptó la decisión de emigrar de su natal Buenos Aires, Argentina hacia la ciudad de México.

La plática con Juan Carlos Gómez es amplia, conmovedora y muy ilustrativa. Desde joven empezó a trabajar y logró contar con un capital que le permitió adquirir una casa en el exclusivo barrio El Caballito en Buenos Aires.

Trabajó inicialmente en la empresa italiana Chicón-Tierra Colorada, que se dedicaba a la obra hidráulica y eléctrica. Luego, José Luis Leal, su amigo, le ofreció una mejora salarial y entró a una empresa orientada a Rodamientos y Baleros Industriales, con fines de exportación.

Sin embargo, al fallecimiento de su progenitor todo cambió. Ya no se concentraba y a punto estuvo de accidentarse en dos ocasiones. Así que tomó la decisión de dejar todo: propiedades, familia, novia y grandes amistades.

Vendió sus bienes y en el Aeropuerto de Ezeiza lo despidieron sus familiares. Inicialmente tenía tres destinos: España, Estados Unidos y México, decidiéndose por éste último país.

Cuando llego a la capital conoció a Rubert Albert, director de Editorial Sopena quien le ofreció trabajo.

-No deseo trabajo. Más bien quiero emprender y requiero que me vendas libros y enciclopedias y yo me encargo de venderlas.

Así fue. En un mapa visualizó al Estado de Veracruz y se enteró de su potencial económico en esa época. No lo dudó e hizo una compra de un Valiant dos puertas y empezó a trabajar la zona. Anduvo por la Cuenca del Papaloapan.

Llegaba a las escuelas de la región y promovió la venta de las enciclopedias. Se hospedó en un hotel del parque de Cosamaloapan. Conoció al alcalde y en el desfile del 16 de Septiembre lo invitó a subir al palco y ahí lo saludaban los niños.

Luego se estableció en el puerto de Veracruz. El negocio tuvo auge, pero con la devaluación de la moneda cambiaron las cosas.

Con el tiempo le invitan a pertenecer al Club de Atlético de Boca del Río, donde fue vicepresidente. Le había invitado el Ché Siles.

Con la llegada del fut bol profesional al puerto en 1989, se integra al equipo promovido entonces por el Gobernador Dante Delgado. Pasan unos años, el equipo cambia de dueño y lo maneja TV Azteca. Moisés Saba le invitó a incorporarse al Club Morelia.

La experiencia de Juan Carlos en esa institución es formidable. Durante 22 años cumple funciones directivas. Bajo fuerte presión, pero con grandes resultados, se siente orgulloso de laborar para ese equipo que se había constituido uno de los mejores de la Liga, merced a galardones obtenidos en los torneos.

En 2016 Juan Carlos se retiró bajo un emotivo homenaje de la afición y de los directivos del Club Morelia.

En esos años enfrentó la dolorosa pérdida de su esposa Silvia. Le visita con frecuencia en donde ahora reposan sus cenizas. Tiene hijos y nietos, a los que siempre ha apoyado, con frenesí y cariño.

Juan Carlos, aficionado al café, tiene la rutina de reunirse con sus amigos todos los días. Entre ellos, Antonio Cabañas Durán, Alfredo Gil, Horacio Gil, Francisco Hoyos, Mario Pérez Navarrete.

“Disfruto la vida, a la familia, a los amigos, al puerto. Y llevo en el corazón a los seres queridos que se han marchado”, concluyó.

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