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DON ROBERTO VIVEROS, VERACRUZANO EJEMPLAR

DON ROBERTO VIVEROS, A SUS CASI 93 AÑOS, DEJÓ UN GRAN LEGADO Y CIENTOS DE FUENTES DE EMPLEOS; FUE UN VERACRUZANO EJEMPLAR

A sus casi 93 años de edad falleció don Roberto Viveros Rodríguez. Se trata de un veracruzano ejemplar que por su constancia y sacrificio, que eran parte fundamental de su filosofía, logró crear un emporio que genera 300 fuentes de empleo y el legado de un padre que forjó a sus hijos bajo el concepto de respeto y no “hacer daño a nadie”.

Fue el 18 de julio de 2019 que dejó de existir don Roberto y con ello heredó un legado a través de la fundación de un pequeño restaurante que inició en Colón y Diego de Ordaz vendiendo antojitos junto a su esposa Marina Rosas.

A ese restaurante le llamó “Farolitos”, en alusión a la canción de Agustín Lara.

“Fue como una especie bíblica de la multiplicación de los panes. Pues tan sólo con medio kilo de queso y de masa hizo empanadas, tostadas y tamales, las que con los años se han multiplicado por cifras inimaginables”, advirtió Roberto Viveros Rosas, su hijo.

Roberto describe a su papá: fue un hombre bueno y de alegría en su corazón. Fue fecundo en las cosas que hacía, lleno de entusiasmo y alegría de servir con buen ánimo a quienes más necesitaban.

No escatima el comentario porque don Roberto siempre les enseñó a ser respetuosos y a ser agradecidos, como condición indispensable de vida.

Nunca le interesó el dinero y sus propiedades nunca las puso a su nombre. No tenía apego a los bienes materiales y, sí en cambio, dedicación al trabajo y a la familia.

AMISTAD CON AGUSTÍN

Don Roberto era taxista en la década de los 40 y en esa época conoció al músico poeta Agustín Lara e iba por él al aeropuerto. Como era de sus confianzas, le encargaba la comida y era muy afecto a los bisteces con pellejo.

La amistad creció con el tiempo, al grado que don Roberto le tomó un especial aprecio y lo consideraba su Ángel de la Guarda. En alguna ocasión, muchos años después, cuando estaba construyendo “Farolitos” de Colón le faltaba una puerta y entonces llegó una persona necesitada y le dijo que era carpintero. La sorpresa es que trabajaba en la casa Museo de Agustín.

Sin duda, pensó don Roberto: ¡Agustín me mandó al carpintero!. Y, en efecto, era una persona muy calificada.

Otra faceta de la vida de don Roberto era que de los 18 a los 30 años fue taxista; de los 30 a los 40, tuvo un negocio de Lubricantes y Lavado en la calle Serdán, entre Nezahualcóyotl y Allende. Posteriormente se dedicó a la preparación de antojitos junto a su esposa.

Su hijo Roberto le pondera lo haya apoyado en el estudio y cuando se fue a estudiar a Monterrey, Nuevo León, siempre estuvo pendiente de las colegiaturas y cómo estaba.

A don Roberto, quien nació un 17 de septiembre de 1926 en el patio de Caracoles en Hidalgo y Zamora, le sobrevive su esposa Marina Rosas y sus hijos Guadalupe, Rosa Marina y Roberto.

¡Descanse en paz don Roberto!.